Estoy plenamente convencido que el núcleo de cualquier sociedad es la familia y que si nuestra familia se encuentra fortalecida, pueden sobrellevarse las adversidades con más fortaleza. Hay tres ingredientes básicos para mantener una familia fortalecida y unida y hoy quiero compartirlos contigo. Deseo que los analices y valores su presencia en tu vida.
1. Amor. Ese amor que se decide manifestar a quienes consideramos nuestra familia, y recalco la palabra “decide” porque el amor no sólo es sentimiento sino también decisión. Decido quererte porque considero que eres parte fundamental en mi vida. Evito caer en la tentación de creer que como ya no siento lo mismo que sentía antes, incluyendo esa pasión desbordante y ansiedad al no estar contigo, quiere decir que ya no te quiero. ¡No! Eso no es amor, esa fue solamente una etapa del amor.
Por amor decido amar a mis hijos y no solo amarlos, sino manifestarles mi cariño con hechos y palabras. Decirles a nuestros hijos cuánto los queremos y nos sentimos orgullosos de ser sus padres, fortalece enormemente su autoestima y su seguridad. Vale la pena quitar el velo de la indiferencia y expresar nuestro amor continuamente. Avivar la flama del amor con detalles que hacen la gran diferencia.
2. Respeto. Recordar que cada persona tiene su dignidad y que el hecho que de alguien haya decido compartir su vida conmigo, no significa que sea de mi propiedad. Tener conciencia de que nuestros hijos se convertirán en seres independientes, y que tomarán sus decisiones en base a los valores y principios que les hayamos inculcado en su momento. El respeto se manifiesta en el diálogo que abrimos y en la convivencia diaria. Respetar tus ideas y tu forma de ser siempre y cuando no afecte a la convivencia y armonía de los demás miembros.
3. Comprensión. En cualquier discusión hay tres verdades: mi verdad, tu verdad y la verdad. Como padres queremos imponer nuestra verdad, aun y cuando en algunas ocasiones sabemos que no tenemos la razón. Es muy saludable comprender y recordar que cada quien tiene diferentes estados de ánimo y que no siempre están en la misma sintonía y frecuencia con nosotros; comprender la etapa de la adolescencia y sus cambios de humor. Tener la certeza de que lo que más les molesta a los jóvenes es decirles constantemente qué es lo que tienen y no tienen que hacer. Fomentar el diálogo y las reglas del juego.
Deseo que valores ese gran tesoro que tienes a tu alcance. Que cada día renueves en ti estos tres ingredientes; que vivas de tal forma que cuando pasen los años, tus hermanos, tus padres, tus hijos y tu cónyuge se sientan orgullosos de ti.